Preludio de la apoteosis de Los Indianos

12 de  Febrero de 2011 – (Vía El diario de Avisos)

Preludio de la apoteosis de Los Indianos

La historia de los Indianos desde las fiestas de Invierno de 1965 hasta la actual celebración.

Reescribimos la historia de los Indianos, a un mes escaso de su celebración, muy cerca de donde comenzó, hace ya 55 años. En esta casa, el primer piso del número 11 de la Avenida Marítima nos recibe Julieta Guerra, una de las fundadoras de esta magnifica parodia que lleva en la mirada el brillo de la indiana joven. Nos arrastra en su viaje a la calle Real, el lunes de las entonces llamadas Fiestas de Invierno del año 1965, y al momento exacto en el que termina un pasacalles protagonizado por una comparsa tinerfeña traída especialmente para la celebración de una fiesta que empezaba a perder la timidez impuesta por el régimen franquista. Es en ese momento, tras la decepción de «los diez minutos que duró el desfile», cuando el esposo de Julieta, Gonzalo Cabrera sentenció: «Esto no puede ser, esto no le alegra la vida a nadie. Hay que organizar algo».

Los Indianos, nacidos del germen antiguo del ímpetu festivo de cinco matrimonios, entre ellos Julieta y su ya desaparecido Gonzalo, que deciden vestirse de blanco, emulando al indiano recién llegado, digno y elegante, de Cuba, se han enriquecido a partir de aquel primer empolve general iniciado en el año 1981. Ahora, traspasadas las bodas de oro de este maravilloso y apoteósico encuentro carnavalero y con el imprescindible ingrediente de los polvos de talco, la fiesta multitudinaria se ha convertido en tradición popular por la más genuina convicción social. 

El blanco en los escaparates salpica la bella estampa que ofrece una calle Real más viva. La imagen se traslada a cada rincón de la ciudad y hasta a otros comercios minoristas de la comarca, dispuesta también para el empolve. A estas alturas, todavía con un mes por delante, y pese a que muchos respetan la sana costumbre de la improvisación, otros tantos cuidan hasta el último detalle para la cita carnavalera.

Ya no queda ni una sola plaza alojativa hotelera o extrahotelera en la zona turística más próxima a la fiesta, Los Cancajos, entre el sábado y el martes. Pero las reservas en casas de amigos y familiares, están también apalabradas y se respira a indiano. Las compañías aéreas y marítimas que operan con La Palma reforzarán las conexiones esos días, previa solicitud del Patronato de Turismo de la Isla Bonita, para cubrir las necesidades de conectividad desde los puertos y aeropuertos canarios, fundamentalmente con las islas capitalinas. Así las cosas, las expectativas económicas, balón de oxigeno para el comercio y para el sector turístico, permiten mirar de reojo la crisis, que casi aparece descafeinada frente a los rigores de una fiesta que nadie va a perderse. «Parece mentira que hayan pasado tantos años», recuerda Julieta en su salón mientras mira la foto de recién casados de sus padres. «El vestido de novia de mi madre -dice señalando la foto- típico de Cuba, fue el primer vestido de indiana que me puse y que arreglamos. Claro, con la ayuda de la hermana de mi marido Gonzalo, Yolanda Cabrera, que sabía y sabe hacer de todo, con una energía increíble y siempre la más animada y a la que siempre se le ha dado muy bien la costura». Yolanda forma parte del grupo de fundadores, donde también figuran Pedro Cabrera Sánchez, Lola Guerra, Julio y Maribel, entre otros. La indumentaria de la fiesta, que tiene sus antecedentes en un improvisado salón de costura de una pandilla de amigos en La Dehesa 55 años atrás, se perfecciona ahora, en un trabajo de recuperación y respeto por la tradición. Es el Taller de Indianos, creado en enero de 2006, un marco en el que cabe, desde la confección del elegante atuendo que este año 2011 lucirá la Negra Tomasa en la tradicional Espera, hasta la ayuda a una mayoría de mujeres -la presencia de hombres es testimonial- que se defienden en la confección y a las que la modista del taller, Raquel Paz, ayuda en cada detalle. «Intentamos que el atuendo que preparan se ciña al modelo tradicional de indiano», nos explica, mientras continua imparable las tareas de organización. De este lugar común de trabajo, que conserva la esencia de aquellas primeras reuniónes de cinco amigas que retocaron vestidos propiamente cubanos, salen algunos de los modelos más elegantes y elaborados, confundidos el lunes de Carnaval en las estridencias de una gran marea blanca que tomará la ciudad.

Artículo de : www.diariodeavisos.com/2011

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