Seguro que la mayoría de los que lean esto, llevan días hablando o pensando en la misma cosa. ¡En Los Indianos! ¿En qué si no?
¿Por qué será que esta «pequeña» fiesta nuestra provoca tanta pasión entre propios y extraños?
¿Qué es lo que tiene este día tan especial?
Pues es una fiesta especial porque está hecha de ilusión y de impaciencia. Como todos los acontecimientos importantes, y al igual que el encuentro de los indianos de antaño, el momento se empieza a disfrutar mucho antes de que haya llegado. Se imagina, se espera, se cuentan los días … faltan treinta días… faltan quince… falta una semana … ¡dos días! …
Hoy termina la cuenta atrás. Es la víspera. Ansiosos, como si un día de Reyes se tratara, ya todos tienen a punto todo lo necesario. La ropa; los sombreros; las joyas; las maletas; los inventos y artilugios con los que se bombardeará polvos de talco a diestro y siniestro; y por supuesto, el cargamento de ron o mojitos imprescindibles para avivar la jornada.
Es una fiesta especial porque nos lanzaremos a la calle, reiremos, nos reencontraremos con amigos, bailaremos, beberemos, y por un día, disfrutaremos de nuevo como niños en una disparatada batalla de polvos.
Pero sobre todo, es una fiesta especial, porque su gente es especial. Porque el encanto de la fiesta es precisamente su gente y todos esos personajes callejeros sin los que Los Indianos, no serían Los Indianos. Esta fiesta es especial porque es una función sin ensayo ni guion donde – con permiso de la Negra Tomasa – todos sin excepción pertenecen al reparto principal.
Las señoras de alto copete, los señoritos cargados con sus maletas y sus loros, las simpáticas sirvientas, la negras, las mulatas… Los ingeniosos, los guasones, todos los que nos arrancan una sonrisa. Los anónimos y los que hace tiempo dejaron de serlo: la gran Negra Tomasa, Antonio Abdo, Quique Santacruz, o el entrañable Don Antonio y sus mensajes de optimismo. Los discretos y los que no pueden evitar ser el centro de atención. Los que nos hacen el día más dulce con sus mojitos de guarapo, los que trabajan ese día para que todos disfrutemos. Los bailones y los que ponen el son. Los que nos dan la munición para la «guerra blanca». Los conocidos, los desconocidos, y los que conoceremos. Los viejos, los jóvenes, los de dentro, y los de fuera… Y por supuesto todos los que disparan sus cámaras y sus teléfonos móviles sin descanso para después compartir con el mundo las imágenes de este gran día.
¡Ya están aquí! ¡Ya llegan todos Los Indianos!
¡Nos vemos en las calles de Santa Cruz de La Palma!